
Toda la vida he tenido a Tolkien pisandome los talones, y nunca me había dado cuenta, de echo leí El Hobbit y El señor de los anillos ya con unos 20 años (Lo considero tarde). Pero como decía siempre había estado cerca de mi.
Cuando entre el primer año de colegio, existían unas clases extraescolares que se llamaban Dibujo y Color, me encantaba pintar, pero lo cierto es que era muy mala, nunca se me dieron bien las manualidades...
Bueno en esa clase había una niña que era bastante más mayor que yo (3 años aprox.); que tenía un nombre muy extraño, se llamaba Arwen y era sencillamente rara, en medio de la clase cogía un carboncillo y pintaba en las paredes o de repente se comía literalmente los folios...Era como si la embargara una especie de desorden de personalidad, yo tendría 5 o 6 años pero me acuerdo perfectamente, la pofesora nos dijo que estaba enferma...
Aproximadamente dos años después coincidi con ella y su hermana en la mesa del comedor del colegio, nos sentaban por orden alfabético de apellido y los nuestros emepezaban por la misma letra. (Fueron unos 5 años en los que coincidimos)
Su hermana también tenía un nombre raro, Lucien, nos hicimos amigas y yo nunca más me pregunte de donde salian esos nombres peculiares, di por hecho que como su padre era extranjero, pues que ellas tenían nombres extranjeros...
Pero eso no es todo, durante mucho tiempo en mis ultimos años del colegio, oí sin cesar el libro de EL HOBBIT, pero siempre pensé que se refería a el hobbie, es decir tus aficiones, pense que sería una novela juvenil sin más...
Entender que por entonces no teniamos acceso a internet, y muchas preguntas se quedaban sin respuesta.
Después en el instituto volví a coincidir con Lucien, que era un año mayor que yo, tuvimos durante varios meses contacto hasta que se suicido. Si habéis leido bien, se suicido con 15 años, yo hablé con ella un viernes y el lunes se extendió el rumor de que se había suicidado, pero desgraciadamente no fue un rumor, se suspendieron las clases y nos encaminamos al cementerio para acudir al entierro.
Con la mala suerte de que a los pocos meses se murió de leucemia otro amigo del colegio.
Quizás en ese momento fue cuando empeze apreciar la vida de verdad y me hizo comprender que aunque fueramos jovenes no eramos inmunes a la muerte.
El instituto terminó, fui a la universidad y mucha gente me hablaba de El señor de los anillos como un libro muy importante para entender la fantasía y decidi leerlo, lo que hizo que inevitablemente volviera al pasado y por fin comprendiera de donde salían aquellos bellos nombres: Arwen y Lucien y me pareció una auténtica paradoja, haberlo tenido siempre tan cerca y a la vez tan lejos.
Actualmente es uno de mis libros favoritos.